sábado, 6 de abril de 2013

El imperio de las pequeñas cosas Por Doris Lessing


Hoy, cuando los jóvenes observan el mundo que han heredado, ven inmensas y espantosas estructuras de poder que nos amenazan a todos, y los amenazan también a ellos.
Ven los imperios económicos globales; los Estados Unidos, un imperio en el vértice de su poder, el conflicto iraelí-palestino, las amenazas de la guerra y del terrorismo, y hay aún muchas otras.
Con qué contrariedad y con qué desaliento los jóvenes, que imaginamos observan todo esto, se preguntan qué pueden hacer para cambiar las cosas. Cuando yo era joven, las nuevas generaciones se encontraban frente a un mundo que también infundía miedo. Estaba la Unión Soviética, que parecía duraría para siempre. Hitler intentaba reinar mil años y Mussolini tenía las mismas pretensiones. El imperio británico era arrogante y se vanagloriaba de su poder. El Japón invadía China, y aquello que en la época se llamaba la Barrera del Color -el racismo- se nos antojaba que sería eterno. Sin embargo, en pocos años, todas estas poderosas estructuras se derrumbaron. Nada ha quedado de ellas, no eran más sólidas que las nubes. He llegado a la conclusión de que las grandes organizaciones monolíticas, aparentemente indestructibles, son de hecho las más frágiles, y cuando parecen estar en la cima de su fuerza, se encuentran en realidad en el momento más vulnerable. Cuando reflexiono sobre el pasado, hoy no veo los grandes imperios y dictaduras, sino sólo pequeños individuos, y las cosas extraordinarias que saben realizar.